Competir o Compartir y La perfección de la imperfección

Parto de la base de que uno de mis principios es el de que nadie vale más que nadie, ni nadie es mejor que nadie, por esto nadie tiene que considerarse por encima de nadie por muchos aspectos que pueda querer sobresaltar sobre su persona por encima de los demás para hacerse diferenciar. De hecho, yo siempre he creído que cuando alguien intenta recalcar con tanto ahinco sus virtudes (o lo que él cree que son virtudes) lo primero que intenta es ocultar los defectos que pueda creer que tiene.
Nunca me he creído superior a nadie. Nunca. En nada. Por suerte o por desgracia, siempre he tenido muy claro que la humildad es la única que puede llevar a una vida más apacible, al igual que la solidaridad y el apoyo mutuo. Por eso siempre he pasado de debates estúpidos y competiciones de capacidad, inteligencia, virilidad o cualquier aspecto personal que se pretende poner en cuestión sobre otras personas y que tan sólo llevan a discusiones estúpidas o afrentas hacia otras personas. Odio la gente que se cuelga medallas por cualquier cosa, odio los intelectuales de sofá, los eruditos que se leen mil libros y se creen por ello superiores, los ultramegadeportistas competitivos, los estudiantes “jodersólohassacadounnotable”, los “yoestudioseishorasdirias”, los “tunoestáscapacitadoparaesto”, y tanta gente que por la puñetera desgracia de haber nacido todos en este mundo incrustado en un sistema capitalista que incita a los individuos a una competitividad extrema desde que estamos en la cuna, hacen de la vida social un terreno de carreras, un mero tablero de juego, que no ven compañeros de trabajo, de estudio, de juego, de deporte, de ocio...ni siquiera de vida o amistad; tan sólo otro elemento más por el que hay que quedar por encima... dejando de lado todo aspecto de beneficio colectivo.
“Yo puedo más que...”, “yo alcanzo más que...”, “yo doy las ostias más fuertes”, “yo la tengo más grande...”, “yo sé más que tú de...”, y frases y más frases vacías que no llevan más que a una eterna comparación de los individuos, que no lleva nada. A qué lleva, ¿a ser el mejor en esto o lo otro? Pues que aproveche.

La creación, la creatividad, el desarrollo, el arte, la cultura, el deporte, el lenguaje...TODO. TODO debe ser COMPARTIDO. Que no COMPETIDO. Hacer las cosas por la alegría de otorgar alegría, placer, gusto...sentirse bien con uno mismo, con los demás...sin premios ni castigos, sin ser más que nadie, ni quedar por encima de nadie...

También me disgusta el individuo que se cree amo y señor de todas las conversaciones porque es “muy leído”, que “ha leído mucho”, que “él sí que sabe del tema”, y un largo etc de ejemplos de situaciones en los que algún individuo se cree con capacidad de ignorar cualquier opinión ajena a la suya, o se dedica a admirar con desprecio intelectual otros diálogos. Yo creo que si alguien es un gran conocedor de algo, perfecto: que ayude a otras personas, que promueva esos conocimientos, que los trasmita a más gente, pero que no se utilice como arma (¿o deberíamos decir escudo?) contra otras personas, y se usen para ponerse en un pedestal por encima de los demás, ni para autolamerse el trasero, o seguir colgándose medallas.
Algo de lo que con el tiempo me he ido dando cuenta es que cuanto más va uno sabiendo y conociendo, más se va dando cuenta de que le falta mucho más aún por ir conociendo. Nadie se las sabe todas. Nadie lo sabe todo. Nadie es el que mejor se desenvuelve en todo.
Me creo afortunado porque creo que no me desenvuelvo mal en las cosas que me gusta realizar; unas mejor, otras peor, pero no comparado con nadie, sino con mis deseos tan sólo. Y si estoy satisfecho con esos resultados, puede ser bueno para mí, y no tengo por qué ir diciéndole a nadie lo bien que hago esto o lo bien que hago lo otro. Lo gracioso es que hay mucha gente que alardea de lo bien que hace ciertas cosas pero cuando algo se le da mal, callan la boca. Más gracioso aún es cuando saben que lo hacen mal y pretenden hacer creer a los demás que son lo mejor de lo mejor en ese campo. ¿Pero qué necesidad de mentir? Que empeño hay en la perfección. Nadie es perfecto. Nadie. Todos nos equivocamos (y tenemos derecho a arrepentirnos también).

Siempre he creído que los hombres (en cuanto a especia, no hablo de género) somos PERFECTAMENTE IMPERFECTOS. Somos máquinas de la naturaleza complicadísimas, perfectamente estructuradas, millones de células compaginadas de tal forma que pueden mantenernos en vida....para luego cometer miles de fallos a lo largo de nuestra vida...Pues eso, perfectamente imperfectos.